19 DE JULIO DE 2013
Acá estoy, insomne un poco como siempre, la diferencia está en que ahora la insomnez me acompaña donde voy, y ni en portugués consigo modificar el mal hábito.
En fin, acá estoy de nuevo en la bella Sao Paulo, donde hace un calor que nos morimos y la gente es feliz y relajada. Incluso cuando vas a un café a pedir un cortado rápido antes de entrar a la oficina y esperas unos 20 minutos por el extraño ritual de preparar una “media” (porque lleva mitad café y mitad leche, aunque yo estoy convencida que eso es un café con leche y no un cortado).
Alguien me dijo que es porque “estamos acostumbrados a vivir asi, y ya no luchamos en contra de eso”. Interesante. Es un poco parecido al “desapego”, aunque puede ser que tenga algo de “resignación”.
No sé, sea como sea, aquí todo va más lento y existe algo que en muchos otros lugares ya no: el valor de la palabra. La confianza en ella. Eso me sorprende. Y me gusta.
Volviendo al tema del insomnio, debería estar durmiendo desde hace unas 2 horas, pero la tecnología sólo ayuda a incentivar aún más mi cerebro ya sobreestimulado por los ruidos de mi alrededor; que aún no conozco y me hacen pensar que en cualquier momento entra un desconocido a mi casa. Estoy exagerando un poco, pero es cierto que hay ruidos raros y que tengo que adaptarme a ellos.
Este es un barrio muy seguro igual, y muy top. Acá somos todos ricos, tenemos teles gigantes inteligentes y pedimos comida japonesa, tailandesa y árabe por Internet.
Hoy a la mañana cuando salí para el trabajo descubrí un mercado de frutas y verduras frescas a una cuadra. Así que si el próximo jueves están, voy a adquirir algunas de esas frutas locas que hay acá, con formas casi prehistóricas y colores flúor.
Acá se ven cosas raras, “exóticas”, como les gusta decir a los extranjeros.
Por ejemplo, hace rato me tomé un té de no tengo idea que planta, pero la foto que encontré en Google muestra como un yuyo alto sin mucha gracia; que es antidepresivo, ansiolítico y miorelajante. Algo así como un Alplax natural digamos.
Y comí una banana bebé, de unos 6 cm. Bah, no sé si medía 6 cm., soy demasiado mala para calcular longitudes. Sisi, ya sé lo que están pensando, mentes perversas. Pero bueno, a mi ni me digan 10, 15 o 23 cm. Porque no puedo imaginarmelo de forma abstracta.
Sigamos.
Es muy probable que me haga adicta a los esmaltes porque hay muchos, de muchos colores y baratos. Hoy me compré 3.
Sorry por la conciencia planetaria, pero hoy duermo con la luz prendida. Escucho ruidos y aparte, estoy molesta. Porque sí, pero principalmente porque estoy hormonal y quiero matar a Eva, o en su defecto, meterle la manzana en el ombligo.
Aparte, no tengo HBO y eso me malhumora.
Mañana es viernes gracias a Deus (que viene a ser el Zeus brasileño), así que voy a poder hacer nada hasta cualquier hora de la madrugada y despertarme a cualquier hora de la mañana y seguir haciendo nada; y asi hasta el lunes.
Ah no, el domingo empiezo a correr.
Por el amor de Zeus, juntemos todos nuestras manos y elevémoslas hacia el cielo, en plegaria desesperada al Olimpo; para que me manden un lindo muchacho al parque donde voy a entrenar, que se enamore de mí, me mime, me lleve a pasear y tenga HBO en su casa.
O mejor, que me manden un buen kilo de helado, que estoy antojada.
Total, después quemo las calorías gastando la suela de mis nuevas Nike.
Sent from my Blackberry