Ayer fue un día 80/20

Seguramente conocen la regla del 80/20. Por si no tienen ni idea de que hablo, hablo de Pareto, que en 1895 descubrió el Principio de Pareto. En realidad descubrió el principio de que el 20% de la población del mundo posee el 80% de las riquezas, y después como estos números aplican a varias situaciones y la gente se emocionó con esta correlación {a la gente le gusta correlacionar y que las correlaciones tengan mucho sentido, especialmente si son numéricas}, le pusieron el nombre de él como reconocimiento.

En fin, que para ponerlo en términos prácticos, el 80% de los resultados que uno obtiene en, bueno, un amplio rango de cuestiones, se logra gracias al 20% de esfuerzo invertido. O sea que en mi día a día existe un 20% de “cosas” que determinan el 80% del total de las cosas que me pasan. Ya hablé del término “cosas” muchas veces en mis posts anteriores así que no voy a volver a explicarme, porque eso estaría quitándome parte de la dosis de ese 20% de esfuerzo diario tan importante. {Un brevísimo comentario al respecto; no voy a dejar de decir “cosas”, porque aunque sea impreciso y poco profesional, mis lectores me entienden y eso es importante. Como las correlaciones.}

La cuestión es que ayer ocupe mi cuota del 20% enfocada en mi crisis existencial. No, tampoco voy a explicar en detalle mi crisis existencial porque eso es largo y me serviría para llenar muchos posts, si cuento todo en uno solo, pues que voy a tener que cerrar el blog y no, porque recién lo reabrí y me llevó muchas horas y concentración.

No estoy muy segura de si el término crisis existencial le hace justicia al estado en el cual estaba ayer, que es el estado en el cual estoy hace meses; que tampoco es directamente proporcional al estado actual del mundo pandémico. Me pasa de todo, aunque no se note tanto.

Fue así como ayer me conseguí un 80% de ansiedad seguida de pánico masivo. El poder de la mente. Del 20% de mi mente dañada y excesivamente rara. Rebelde. Bastante obstinada.

Pero, por ahora no me quejo demasiado. Aún esa mente me mantiene en esta realidad, respirando y haciendo matemáticas básicas para pagar mis cuentas y relacionando palabras para escribir. Aún hace que siga intentando que el 20% de las cosas que pienso, hago y digo me genere un 80% de resultados menos dolorosos cada vez.

Aún puedo decir aún. Aún no me ha consumido.