Un poco de qué se yo, y un poco de sí, claro.

5 DE SEPTIEMBRE, 2012

En mi mente en este momento hay un poco de que se yo. De que se yo que estoy haciendo. De que se yo si hace frio o calor en este Buenos Aires humedo, neblinoso y tetrico, como si fuera una pelicula de Sherlock Holmes. Menos mal que no ando en busca de resolver asesinatos dificiles. Y menos mal que para eso ya la ciencia evoluciono bastante y esta CSI.

Tampoco sé si es la lechuga que me hace mal, los nervios o el gas de la Coca Cola, pero tengo la panza como globo. O tanta despedida tras despedida. Despedida a medias, porque vuelvo. Pero parece como si fuera un viaje de no-retorno por momentos. Que se yo. Todos me estan diciendo cosas lindas y cuánto van a extrañarme. Y eso me hace doler la panza también. Porque me da nervios, y se me junta con el qué se yo y no entiendo nada.

También por mi mente pasan momentos de sí, claro. Un sí bien afirmativamente positivo. Así como un grito al estilo: “esto es Espartaaaa”. Un sí, claro de menos mal que siempre viajo con el Ipod, y me evito escuchar estas conversaciones de adolescentes tardios universitarios con acento de “naci en una familia de casta privilegiada y estudio en una uni top”. Estos chicos sabrán algo de lo que ocurre en el mundo y cuanta compasión hace falta en él para que evolucionemos y nos iluminemos? No, no creo. Sí, claro; que seguro si me paro y hago un reportaje sobre el tema, me caigo redonda al piso del 152 (redonda propiamente dicho porque soy una bola que hasta puedo picar y rebotar).

Qué se yo, quizás si empiezo a elaborar una plegaria a Zeus en voz alta, me escucha y baja con su bastón y me libera de esta práctica impadiosa de la compasión. Esto se llama, “la prueba del budista”.
Sí, claro en mi mente voy cantando mantras, pero en mi mundo de maya, donde todo es irreal pero realmente orquestado para que se perciba como tangible, el aire esta pegajoso y la gente se me acerca demasiado y no me gusta.

Otra opción sería intentar levitar. Quizás del susto muchos se bajan. Aunque corro el riesgo de que alguno me reporte a alguna institución mental. Si, claro.

Que se yo.

Que los dioses del Olimpo liberen el Kraken de una vez…

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