Esto así no va más. O me sacan de este cuerpo de mortal en el cual encarné o el resto de los seres que están por acá se dan cuenta que vengo de un linaje super sofisticado y me colaboran un poquito en mi día a día.
Porque tanta humanidad me está agobiando.
Luego de haber sobrevivido al punto de congelación hoy por la mañana; obviamente dejando de lado mi glamoroso look desértico veraniego para convertirme en una barata versión de una mezcla de muñeco de nieve medio derretido con el espantapájaros del Mago de Oz, recubierta con capas y capas de lana; me someto a un caos vehicular que me deja atrapada arriba del 152 en medio de hordas de salvajes vehículos, que lo único que hacen es poluír mis oídos con sus bocinas.
Ok, me concentro en mi respiración, subo el volumen al Ipod y trato de relajarme. Claro que teniendo a otra mortal que se ubica a menos de 2 cm de distancia de donde me encuentro sentada; con su mochila, su cartera y su bolsa… Pero te estás mudando? Por qué no te contrataste una camioneta? Sigo tratando de practicar la compasión, miro por la ventanilla y hago de cuenta que no pasa nada. Entonces el señor detrás mío estornuda fuerte. Muy fuerte. Demasiado fuerte. Contengo la respiración para que los virus se vayan y no entren por mi nariz (?!) y cierro los ojos. Rezo en silencio.”Oh madre Isis, soy tu hija, sangre de tu sangre, por qué este tormento a tu fiel servidora?”. Me paro y voy hacia la puerta de mi libertad. Un joven con cara de aburrido y malhumorado se para detrás mio.
-Bajás?- me dice
Lo miro. Lo vuelvo a mirar. Me saco los lentes. Lo miro otra vez. Levanto las cejas y le digo – Y… si ….
– Tocaste el timbre? – me dice
Ahora si que tengo una revolución panteónica en mi interior.
– (no le digo nada, sino que le hago un gesto con la manito, como diciendole, “no, si me encanta quedarme parada en la puerta del colectivo esperando que el chofer se de cuenta de que quiero bajar”)…
Me deshago de esa prisión con ruedas y antes de abrir el cofre de la felicidad en formato de edificio donde está mi departamentito; me acuerdo que no tengo papel higiénico. Cosa que no es un problema menor. Porque aparte, uno cuanto más necesita algo resulta que no lo tiene. Y ese artículo de limpieza es MUY esencial. Bueno, está bien, voy al súper. Entro, agarro un canasto porque todos los carritos chicos estaban ocupados y me desplazo entre las góndolas como corredora de F1.
Salgo del super. Listo, ya estoy en mi templo.
Pero no.
A la semi-diosa caprichosa se le ocurre que sus uñas no se ven lindas y decide acomodárselas. Entonces ahí despliego todo el kit sobre la mesa, acerco la lámpara y doy inicio al show. Claro que no es una buena idea estar limándome el acrilico, escribiendo en la compu, mandando mensajitos por el Blackberry y rearmando con monómero y polímero las que tenía rotas…. O sea, las bajas de esta guerra se contabilizan de la siguiente manera:
1 – teclado de la compu pegajoso, manchado con esmalte y con algún que otro salpicón de yogur (porque en medio del concurso de belleza, también me dio hambre)
2 – el mouse del Blackberry pegoteado, insertar mal la contraseña 5 veces (entiendan que sólo disponía de 3 dedos) y restos del limado de acrilico adheridos a la funda
3 – muchos algodones muertos en batalla, igual número de papel tissue afectado
4 – desabastecimiento de provisiones: -1 yogur, -1 sopa, -2 medialunas con queso, -2 chocolates con menta
Soy el agujerito sin fin. Raramente, tengo mucho hambre. Que no se si es hambre o es ansiedad. O aburrimiento. O las dos cosas. O las ganas de viajar al exterior para matar gente. O todo junto. O nada de eso, y solo tengo hambre. Quien sabe.
La cuestión es que ya no puedo continuar así.
OK, sí, cuando quise ser princesa humana Aladino me tiró de la alfombra mágica y caí desde 11,000 pies de altura, sin paracaídas y al medio del Triángulo de las Bermudas. Es cierto.
Pero no hay que perder las esperanzas. Una nunca sabe dónde está guardado el príncipe azul; quizás venga en una caja de Zucaritas y pum! Comemos perdices. Que espanto comerse una perdiz! Bah, no se si será rica o fea, nunca la probé, pero me da mucha pena. Aparte, si comiéndome una perdiz aumento mi Karma negativo por el sufrimiento del bicho al morir para ser cocinado; no gracias paso. Ya para Karma tengo el mío que me sirve como para 18 encarnaciones más…
Ahhhhh…. tengo PMS. Ese es el problema! Recién me acuerdo.
Hey, lo estoy sobrellevando de maravillas!
Como una reina!
(?!)